Nació el 10 de agosto de 1917 en París, capital francesa que sufría por entonces los horrores de la Primera Guera Mundial. Allá quedó inscrito con el nombre de Joseph, que con el tiempo y ya de regreso a Chile pasó a ser José. Los orígenes de los Piñera en Chile datan de 1827 cuando su bisabuelo José Piñera y Lombera, natural de Lima, pero de origen asturiano, llegó a La Serena.
Era el cuarto y último hijo de José Manuel Piñera Figueroa y Elena Carvallo Castillo, emigrantes chilenos que aprovechando la estabilidad del peso chileno y el auge de las salitreras del norte, se habían embarcado al Viejo Mundo a vivir. Allí creció junto con sus hermanos Marie Lousie, Bernardino y Paulette.
Siendo ingeniero, Raúl Sáenz le ofreció formar parte del equipo que abriría las oficinas de CORFO en Nueva York, cargo que ocupó por cinco años. En 1955 fue expulsado de la institución.
A los 15 años, en 1932, la familia Piñera Carvallo regresó a Chile. José ingresó a quinto de humanidades de los Padres Franceses de la Alameda. Allí conocerían del ir y venir de la política local, de la caída del general Ibañez, de los jóvenes pertenecientes a la Falange Nacional que pronto fundarían la Democracia Cristiana, y de los dramáticos efectos de la crisis.
En 1935, tras rendir el bachillerato, ingresó a estudiar Ingeniería en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Aquí, con idealismo, voluntad y empuje, fue el primer Presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica (FEUC).
En 1942 conoció a Magdalena Echenique Rozas, con quien se casó en la capilla de los Padres Franceses el 1 de octubre de 1944. Tuvieron seis hijos, Guadalupe, José, Sebastián, Pablo, Miguel y Magdalena. Se separaron en 1975.
Siendo ingeniero, comenzó trabajando en la construcción de casas, creando la empresa constructora “Piñera, Covarrubias y Lyon”. Pero las cosas no marcharon del todo bien y una recesión los hizo endeudarse y finalmente la empresa quebró. Fue en esos años que Raúl Saenz le ofreció formar parte del equipo que abriría las oficinas de CORFO en Nueva York, cargo que ocupó por cinco años.
Sin embargo se puede decir que desde 1950, año que llega a Estados Unidos como representante de la primera oficina de CORFO en el extranjero y hasta el día de su muerte no sólo fue empleado del aparato del Estado sino un servidor público en el más amplio sentido de la palabra. De hecho, al volver a Chile se incorporó a la Falange, que en 1957 se convirtió en el partido Democracia Cristiana, del cual fue uno de los fundadores.
De esta manera, en 1964 partiría a vivir a Bruselas, designado embajador de Chile en Bélgica con concurrencia en Luxemburgo y luego en Estados Unidos ante la Organización de Naciones Unidas (ONU), todo esto bajo el gobierno del Presidente Eduardo Frei Montalva. El 17 de octubre de 1967 fue nombrado Caballero de la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica, distinción española instituida por el rey Fernando VII en 1815, con el fin de “premiar la lealtad acrisolada y los méritos contraídos en favor de la prosperidad de aquellos territorios”.
Para 1973, José Piñera fue desde el principio un férreo opositor al régimen. Por esos años de la dictadura de Pinochet, ya José asistía a las primeras manifestaciones pacíficas en la Plaza de Armas con carteles que denunciaban irregularidades y atropellos a los Derechos Humanos. Para el Plebiscito de 1988 votó NO y tuvo el honor de acompañar a su hijo Pablo Piñera, designado subsecretario de Hacienda, entrar a La Moneda a saludar a un antiguo camarada que ese 11 de marzo de 1990 asumía como Presidente de Chile, Patricio Aylwin.
Ya era un hombre jubilado que siempre quiso volver a su ciudad natal. La salud no lo acompañaba, vivió dos infartos, sufrió de enfisema pulmonar (era un fumador empedernido), pero eso no le impidió viajar a la capital francesa para recorrer por última vez los Champs Elysée, el Boulevard Saint Germain, la Place du Terre y tantos otros lugares.
Como gozador que siempre fue, sus últimos años lo pasó en su departamento de Gertrudis Echenique rodeado de amigos y de su familia. Murió a los 73 años, el 3 de junio de 1991.
Hija de José Miguel Echenique Correa y de Josefa Rozas Ariztía, era descendiente directa del prócer de la Independencia Juan Martínez de Rozas. También era nieta de la aristócrata Luisa Pinto Garmendia, hija del Presidente Francisco Antonio Pinto, hermana del Presidente Aníbal Pinto y cuñada del Presidente Manuel Bulnes.
Nació en Santiago el 23 de junio de 1919, en una familia con cinco hermanos. Su único hermano hombre desde su infancia la llamaba Picha. Y ese fue su apodo por toda la vida.
Estudió en las monjas inglesas del Sagrado Corazón de la Alameda hasta 1930. En medio de la crisis económica, su familia se trasladó a vivir a Chiñigüe. Entonces dejaría el colegio y estudiaría junto a sus hermanas con una profesora particular.
Su adolescencia y juventud la vivió de regreso en Santiago, en la calle Almirante Barroso.
El 1 de octubre de 1944 se casa en la iglesia de los Padres Franceses de la Alameda con José Piñera Carvallo, con quien tuvo seis hijos: Guadalupe, José, Sebastián, Pablo, Miguel y Magdalena. Esta última heredaría el apodo de su madre, Pichita. Con su marido vivió una vida dedicada al servicio público. Con él partió a Nueva York cuando fue nombrado representante de la primera oficina en el extranjero de la CORFO, con él se trasladó a Bruselas ocupando el cargo de embajador de Chile en Bélgica, con él volvió a Estados Unidos cuando fue nombrado embajador ante la ONU y con él compartió su amor y lealtad al partido Demócrata Cristiano, del cual fue militante activa hasta su muerte.
Entre uno y otro viaje vivían, a partir de 1960, en su casa propia en Américo Vespucio 842. Cuando estaban en Chile y hasta su muerte se dedicó al servicio social. Todos los viernes se trasladaba hacia Peñalolén a trabajar con niños y adultos. Era una mujer llena de amigas, alegre, moderna, que odiaba los convencionalismos y católica hasta el final. Uno de sus dolores más grandes fue su separación matrimonial en 1975. Murió el 8 de noviembre del 2000, coincidiendo con el inicio del mes de María, como si fuera ella quien la llamaba al Cielo.